Anoche se llevó a cabo en el Teatro Vorterix de la Capital Federal el homenaje a Guillermo Sánchez, el Negro, bajista de Rata Blanca. El pasado 27 de Mayo su vida en este plano se detuvo, pero sin dudas sigue vivo en los corazones de todos aquellos que pudieron conocerlo, arriba y debajo del escenario.
La noche fue emotiva hasta las lágrimas, de principio a fin. Con el paso de las horas eso fue in crescendo a medida que cada una de las bandas, de los amigos que pasaban por el escenario, hacían su aparición. Fue muy movilizante para quienes hemos sido seguidores de su música compartir esos sentimientos con músicos que conocemos todos y que eran muy cercanos al Negro: Niño Khayatte, Mario Ian, Walter Meza, Gustavo Rowek, la gente de 6L6 que contó una hermosa anécdota de cuando se juntaban frente al Vorterix y ensayaban hace 40 años atrás, los chicos de Mala Medicina, su banda que tanto amaba, y así todos los integrantes de las respectivas formaciones que aportaron su presencia y su recuerdo para quién, evidentemente, supo sembrar buena semilla en su entorno. Doblemente fuerte fueron dos momentos de la noche, el primero de ellos cuando los fans de Mala Medicina acercaron al escenario un banner con la imagen del Negro, banner que Luis tomó entre sus brazos y fue ese abrazo al cielo. El segundo, cuando su familia se hizo presente para el sorteo del cuadro que realizara Alejandro Amaro, que reza la portada de esta reseña: imposible no llorar junto a sus mujeres. Creo que todos queríamos correr a abrazarlas.
El turno de sus compañeros de Rata Blanca fue el punto máximo de la noche, con el comienzo de su performance de la mano de Javier Barilari y Luis Simoni como invitados, y unos elocuentemente emocionados Walter Giardino, Fer Scarcella, Danilo Moschen y Adrian Barilari, junto a Pablo Motyczak quien es el bajista que los acompaña a partir de ahora. Fue muy fuerte verlos allí a todos y cada uno de ellos, despidiendo a un amigo, a un cazador de estrellas, como reza la canción de The Niños. Palabras sobran para describir la noche, por qué? Porque a veces los sentimientos son imposibles de describir. Lo que quedó claro es que Guillermo Sánchez ha dejado una impronta tan profunda en cada uno de nosotros, que será eterna. Porque trasciende al músico, porque recuerda a su esencia, porque cada uno de los que tuvimos el honor de conocerlo en menor o en mayor medida, podemos decir a coro una palabra que lo describe de pies a cabeza: HUMILDAD. De esa que cuesta encontrar cada vez más, de esa que no se aprende, de esa con la que se nace.
Gracias a quién hizo posible mí presencia en la velada, gracias a los organizadores por la noche, gracias a los músicos por su cadencia, gracias a su familia por dejarnos estar cerca de ellos y compartir un sentir y por dejarnos también despedir al Negro cómo se merecía: con música directa al cielo. Y su bajo sonando en cada canción de la noche.
Guille por siempre. Prohibido olvidar.
Susana Isabel.
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