Santó es el proyecto solista de Mariela Santoro, cantante y líder de la banda Anna. En esta faceta la artista busca mostrar canciones que nacen desde su intimidad. Toma esta nueva identidad partiendo de su nombre real, pero separando a Santó de Anna. En la esencia de esta personalidad nueva viven la tensión entre poder y deseo, como puede verse en los distintos trazos del disco.
HRSR tuvo el agrado de hablar con ella para conocerla mas!!
Comencemos por el principio. ¿Cuándo nace la idea de empezar tu carrera solista?
La idea concreta de grabar nace en el año 2019, pero desde el año 2016 venía componiendo canciones con un estilo que claramente no encajaban en el repertorio de ANNA, mi banda de rock. Lo que yo realmente no sabía era que esas canciones iban a formar parte de un proyecto solista hecho y derecho. Así que sumé varias canciones en todos estos años y, por una necesidad expresiva, decidí correr el telón de la intimidad y compartirlas con el mundo exterior. Celebro haber tomado esa determinación: con Santó me generé mi propio espacio para hacer música según mis tiempos, mis deseos, mis caprichos y mi urgencia.
- Me encantó el título el disco “Canciones sencillas para entornos complejos”. ¿Cuáles serían aquellos entornos complejos?
Según mi concepción (y el sentido que quise darle al nombre del álbum), los «entornos complejos» son situaciones, vivencias, experiencias de alto voltaje emocional. Quise condensar en esa frase el conjunto de características de un tiempo, de un lugar, de un momento en la vida de cada persona que desencadena en un pico de máxima felicidad o máxima destrucción o máxima reacción. Con el título del álbum quise anticipar eso: desde una prosa simple y cotidiana me propuse describir momentos extremos de nuestra vida, que nos dejan huellas para siempre.

- ¿Cómo ha sido el proceso de grabación del disco?
Santó es un proyecto solista y no tiene una formación con músicos fijos. Así que, básicamente, necesitaba músicos. Por suerte, en el estudio Absenta, de Javier Herrlein, me ofrecían todo lo que yo necesita: ejecución de instrumentos, producción, grabación y mezcla. Javier Herrlein tocó la batería, el cajón peruano y los sintetizadores; Fernando Veivide grabó el bajo y las guitarras; y Pablo Ignatti grabó teclados y algunas guitarras acústicas.
Cuando entré al estudio, tenía todo bastante cocinado, fui con ideas muy claras, sabía qué quería para cada canción. Eso agilizó mucho la gestación del disco. Habíamos tenido un único encuentro antes de empezar con la grabación, en el que les mostré a Pablo y Fernando las canciones con mi guitarra acústica y les comenté qué pretenía para mi disco. El próximo paso fue, directamente, entrar en el estudio. El trabajo en el estudio no fue simplemente entrar a grabar: las canciones fueron tomando forma en tiempo real, es decir: fueron, literalmente, creadas en el estudio. Lo que me sorprendió fue el hecho de que no éramos una banda formal, pero los músicos (a quienes ya conocía) son unos genios totales, y entendieron todo que yo quería a la perfección. ¡Hasta yo misma iba descubriendo las versiones finales de las canciones! Fluyó todo de una manera tan mágica que terminó excediendo todo lo que había soñado.
- ¿Qué son las cosas que te inspiran a la hora de escribir una canción?
Con relación a este disco, siempre afirmo que es un álbum conceptual y las canciones abordan temáticas y experiencias muy personales, íntimas, autorreferenciales, que engloban las emociones pendulares que nos hace sentir el amor. Hay canciones muy variadas, algunas muy tranquilas y otras más poderosas, donde cuento historias de encuentros o desencuentros, de un buen amor o un mal amor, de alegrías o tristezas, de luz y oscuridad.
- Daniel Melero se mete en una de tus canciones, donde lo nombras. ¿Qué significa él en tu vida musical?
Efectivamente. «Bailamos con Melero, pero mi alma era un bolero» es parte del estribillo de «Invierno», la tercera canción del álbum y una de las elegidas por el público. Daniel Melero es fuente constante de inspiración musical. Esto va a sonar arrogante, pero mi álbum tiene bastante de su disco «Travesti»: sobre todo letras de amor, combinación de guitarras acústicas con eléctricas, canciones en general cortas, sintetizadores, atmósferas oscuras e incómodas. Daniel Melero, además, suele valerse de palabras y frases cotidianas para generar alto impacto: eso es lo que más me atrae. Toda esta modalidad creativa me ha marcado a fuego.
- ¿Cómo has transitado el 2020, más allá de lo musical?
El 2020, sobre todo cuando se decretó la cuarentena obligatoria, fue un puñal para todos. A nivel laboral, mi situación no cambió mucho: seguí trabajando como traductora desde mi casa (como siempre) y, por el contexto, tuve que dictar clases virtuales para las universidades donde trabajo. Desde luego, esa estabilidad laboral y económica me brindó tranquilidad. Desde el plano emocional, cada uno habrá peleado sus propias batallas, pero creo que, para quienes hacemos música, se sumó una lucha más: la imposibilidad de expresarnos tal como lo hacíamos. Extrañé mucho ensayar, tocar en vivo, crear música con mis compañeros de banda, entrar a un estudio a grabar… Ante esta imposibilidad, aprendí a manejar programas de software para editar videos y, así, generar contenidos para las redes sociales y seguir en contacto con la gente.
- ¿Con las nuevas restricciones, el show del 29 de mayo sigue el pie?
El show sigue en pie, salvo que haya nuevos anuncios oficiales. Si no se suspenden los eventos culturales, el show se llevará a cabo con sujeción a las restricciones y recomendaciones oficiales para eventos culturales (horario, aforo y medidas sanitarias correspondientes). Igual, sostengo que lo más grave y triste sería que la situación pandémica se agrave, porque, en el peor de los casos, el show se reprograma y listo. Las entradas se agotaron en 4 días, parece que todos tenemos muchas ganas de disfrutar de este show presentación. Ojalá podamos vivir esa noche tan esperada.

- ¿La banda que te acompaña, como los elegiste?
Para la presentación del show vivo en mayo, tuve que convocar a dos músicos nuevos, quienes, por suerte, aceptaron de una. La banda para el show eléctrico quedó integrada por Javier Herrlein (batería), Fernando Veivide (bajo) y se sumaron Pablo Petruzzi en teclados y Merina Pinti en guitarra y coros. A Pablo lo conozco hace muchos años porque habíamos compartido un proyecto musical allá por el 2006. Con Merina compartí una fecha de rock (ella con su banda Rivothriller y yo con mi banda ANNA), y desde entonces seguimos en contacto.
- Me encanta la evolución que han tenido las mujeres en el rock. ¿Vos como lo sentiste?
Creo que con evolución te referís a una mayor visibilidad de mujeres músicas. En mi caso, yo hago música porque siempre seguí a mujeres en la música, he visto a muchas mujeres arriba del escenario y fueron mis referentes. En los últimos años, por suerte, explotó todo y las mujeres estamos al frente de una movida interesante y con muchos logros (como fue la aprobación del cupo femenino en los festivales musicales). Creo, a su vez, que la mayor presencia tiene que ver con el hecho de que las mujeres ya no consumimos lo que nos imponen: tenemos inquietudes propias, necesidades, ganas de decir y gritar, mostrar un discurso diferente al de los hombres, otra energía y hacernos cada vez más visibles, como sucede en muchos ámbitos de la vida (no solo en la música). Ahora las mujeres, además de mostrar su arte, se organizan, militan, realizan encuentros y unen sus fuerzas para hacerse cada vez más visibles. ¿Y cómo lo siento yo? Con extrema alegría y exultación.
- El disco me ha encantado. La frutilla del postre es “Blue Monday” de la banda New Order. ¿Por qué lo elegiste?
La elegí, en primer lugar, porque me parece una canción bellísima, y la letra encajaba justo para cerrar el mensaje de todo el disco. Mi versión es totalmente distinta a la original; siempre me pareció que la original es muy arriba para la temática que toca. ¿Cómo se me ocurrió incluirla para cerrar el disco y encima con una versión tan modificada? Esta es la historia. Siempre me quedó en la cabeza una escena de la película 24 Hour Party People. En la parte dedicada a la muerte de Ian Curtis, se muestra a los músicos que formarían New Order tocando una versión casi acústica y bastante pelada de Blue Monday, aunque bastante acelerada y muy pegada a la que todos conocemos. Eso fue un gran disparador: agarré mi guitarra, la empecé a tocar con un tempo bastante tenebroso y la canté con una intención para nada bailable. Les conté a los chicos el rumbo que quería para la canción y, una vez más, me entendieron perfectamente. Lo cierto es que estoy superconforme con la versión de mi disco. Es una versión sin batería, con sintes, teclados, guitarras acústicas y un arreglo de voces que acompaña el espíritu que quise comunicar a lo largo de todo mi disco.